lunes, 3 de febrero de 2014

Caperucita y el lobo en el puerto.

El 16 de enero llegó nuestro aniversario de matrimonio (civil) y, ya que durante diciembre mi señor esposo sufrió el flagelo de la cesantía, imaginé que estaríamos a la luz de las velas comiendo un completo con chucrut en nuestra propia casa. Pero no. Mi pierno peludo bien temprano me pidió que buscara un lugar rico para celebrar nuestros 4 años de amorsh, y como soy una hembra obediente, perdí importantes horas de trabajo recogiendo impresiones y leyendo las cartas en internet.
Había llegado a una terna: Oda Pacífico, Amaya o Caperucita y el Lobo. Todos en Valparaíso. Sin embargo, la carta de Caperucita y El Lobo tenía unos platos que se leían tan ricos, que babeé como el perro de Pavlov el resto de la tarde, en especial por una pasta rellena con machas a la parmesana. 
Llegada la hora salí con zapatillas de clavo como buena empleada pública para acicalarme en casa y esperar a mi marido bañadita y perfumadita.
Caperucita y El lobo está en calle Ferrari. Pero ojo, está super abajo. Hicimos el loco subiendo por Av. Francia hasta Av. Alemania para bajar por Ferrari y terminamos estacionados detrás de Ripley. O sea, pavos totales. Luego hay que subir una escalera un poco larga, pero que te hace recordar las antiguas glorias de Valparaíso. Yo llegué con asma arriba porque como Sebastián tenía hambre, y el hambre lo vuelve un energúmeno, me subió a tirones, rosando en la violencia intrafamiliar. Romántico.
Nos sentamos en una de las mesitas de la terraza, con vista a la ciudad y al mar. No es la vista del Montealegre (restaurant del Casa Higueras), pero es bien bonita. Nos atienden inmediatamente; traen la carta que parece parte de matrimonio gigante. Creo que todo es una broma de mal gusto: NO ENCUENTRO LAS PASTAS DE MACHA A LA PARMESANA. Paso de la ira a la pena, de la pena a la frustración, a las ganas de tirarme de la terraza para abajo, y finalmente, la resignación.  La Carta es muy reducida, pro no nos importa tanto porque sabemos que es signo de buenos platos, al menos frescos.
Antes de comenzar el desglose quiero hacer una precisión. Dije alguna vez, a propósito del fiasco en Jaiba Cordero, que hay restaurantes en que te puede gustar o no la comida, pero en que hay dedicación y amor. Siempre en definitiva, es cosa de gustos. Lo que es imperdonable es un restaurant en que hagan pasar por gourmet comida que está hecha a lo Mcdonalds.
I. Appetizzers
Pido mi clásica coca cola y Sebastián se regodea con las cervezas. Finalmente pide una Ruberg Stout buenísima. Nos sirven unos pequeños vasitos, no le entiendo bien a la niña qué son. Son una suerte de consomé de pescado o mariscos, tibio, rico. Luego traen un pan exquisito: parece de molde casero, más bien un queque, a las finas hierbas. Calentito. Traen mantequilla suave. Como imaginarán, tuvieron que reponerlo varias veces. Plancha.
II. Entrada
Pedimos Ostiones en salsa de puerros con jamón serrano confitado. Debo confesar que cuando trajeron el plato me pareció que por su tamaño (4 ostiones) no se condecía con el precio. Pero lo cierto es, que estaba tan espectacular, que lo valía. Además los ostiones eran gigantes. Bravo. Ñam.
III. Platos de fondo
Como venía con la idea de las pastas de machas a la parmesana, me costó mucho elegir un plato en subsidio (todavía estaba picada). Finalmente pido un trutro de pollo confitado con risotto de alcachofas. Sebastián pide unos ñoquis con una salsa natural. Acá es donde no nos convencimos del todo. En primer lugar, yo iba en la segunda cucharada cuando Sebastián ya había terminado. Me dio como penita, así que le compartí mi tuto (...). Mi tuto estaba rico, super bien hecho, cocción perfecta, crujente y todo, pero la verdad, en el fondo era un tuto a la parrilla, de esos que uno come en un asado en su casa, cuando te queda super bien hecho. No se si es lo que uno espera comer en un restaurant de este tipo. El risotto buenísimo, suave, con toque de acidez, perfecto. Ambos platos estaba perfectamente bien ejecutados, pero coincidimos en que las porciones eran muy pequeñas y que por sabor tampoco destacaban. Aunque también es factible que seamos muy glotones y estemos perdiendo el sentido del gusto.
IV. Postres
Como nos quedó harto espacio, pedimos postres. Seba pidió Nougat (turrón semifrío con nueces y almendras, con piña rebosada, migas crocantes y crema de coco) y yo Croquetas fritas de trufa avellanas y salsa fría de chocolate bitter. Acá es donde uno se come todas las calorías que no te ingresaron por el plato de fondo. Los postres están a otro nivel, nivel Dios (aunque dios diabético). A primera vista los postres también se ven pequeños, lo mío eran 4 croquetas de trufa, pero no fui capaz de comerme más de 2...ya saben quién se ofreció desinteresadamente a terminar mi plato... exquisito.
Lo bueno: Extrema amabilidad; amor por lo que hacen; cuando llamé para reservar me preguntaron si era una ocasión especial y les dije que era nuestro aniversario. Después del postre nos llevaron un plato rectangular muy lindo con un brownie con manjar, arándanos azucarados, chocolate blanco y frutillas, con una leyenda en chocolate "feliz aniversario". Rico y un inolvidable detalle. Con la cuenta también te llevan unos merenguitos con manjar. A esa altura ya deberían mandar también una bolsita de insulina.....
Lo malo: Los platos de fondo quedan un poco al debe. En cantidad y en creatividad, falta ese elemento sorpresa, eso que confunde tu paladar, que te hace sentir que aunque pasaras 5 años y un día encerrado en la cocina, nunca podrías igualar el sabor. Que la carta en el sitio web no sea la misma que hay en el local.

La Caperucita y El Lobo
Ferrari 75
Cuenta: $39.000







sábado, 7 de diciembre de 2013

Una breve catalepsia !!

Sí, somos lo peor. 
Abandonamos a todos nuestros amigo ávidos de recomendaciones culinarias. Y lo que es peor, hicimos un par de malas recomendaciones. Es cierto: por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa.
Sé que han pasado casi dos años, pero antes de cualquier cosa, y para reivindicar nuestro honor, quiero señalarles que pocos días después de haber visitado Santo Crepé, volvimos a ir, invitando a nuestras madres para celebrar su día. Y fue un fiasco. Parece que el único plato bueno era el que pedimos cuando fuimos solos. Ahora pasamos la verguenza con toda la familia porque invitamos hasta al perro. Muy mal.
No quiero excusarme, pero este par de abogados finalmente compró su casa propia, pese a la merma económica de las salidas a comer, luego vino un heredero (nuestro Raimundo) y así fue como caímos en el bajo mundo del cansancio, o visto desde otro punto de vista: la flojera de la comida a domicilio.
Yendo a lo nuestro:
1. Quiero lamentar profundamente la desaparición de Labutiq, un restaurant de pastas y mariscos realmente estupendo que había en el camino costero de ConCón. Hay días en que me siento un poco culpable por no haber escrito sobre ellos, pero otros recupero mi razón, se me bajan los humos y me doy cuenta que no somos tan famosos ni influyentes. O sea, NO SOMOS FAMOSOS, NI INFLUYENTES, para ser más específico.
2. La picá de Martín ya no es picá, por una luca más comemos en Don Chicho y podemos pagar con tarjeta...
3. Nuestra primera salida con guagua. Mi suegra se ofrece amorosamente a cuidar el retoño mientras salimos a comer, para darle un poco de oxígeno a la relación de pareja. Pensamos en ir a Valparaíso, luego a Viña, y finalmente terminamos en Reñaca, a cuadras de la casa, en el Ruccula. Llegamos cansados y nos retiramos igual de chatos, debiendo dejar en claro que la comida no nos animó para nada. Mucho mejor también, la primera vez que fuimos. Si ud. es padre reciente, espere un buen par de meses antes de querer hacer salidas nocturnas.
4. En el centro de Viña se puso un restaurant que hace rato hacía falta por esta caleta: un restaurant peruano estilo el centro de Santiago, llamado El Imperio. En Calle Villanelo, entre Calle Valparaíso y Arlegui. Mil patadas a la Sazón Peruana y la cuenta sale aproximadamente la mitad. Lo recomendamos gozozamente.
5. Para mi cumpleaños y en pleno estado de gravidez mi marido me llevó al Montealegre, el restaurant del Hotel Casa Higueras. Rico, lindo, una vista insuperable y buena atención. Carito eso sí. Carito.
6. El famosísimo Turri: la mejor forma de describirlo es DE CAPA CAÍDA. Desde los cubiertos hasta la comida, parece ese reino del Señor de Los anillos en que el Rey estaba poseído por un mal consejero.
7. Mastroantonio de Reñaca: Un clásico. No espere platos de autor, acá la comida italiana va con la receta del Mastroantonio de los 80. El lugar es acogedor y para mi gusto bien romántico. Tiene estacionamiento y es barato. 
8. Sirocco: Sólo hemos probado las pizzas. No son para darle un beso al garzón, pero son bien buenas. El lugar es bonito y atienden bien. No es caro si entre los comensales no hay un cerdito...cual es nuestro caso (el caso de mi marido, para no entrar en confusiones).
9. Un día o más bien, una noche, decidimos probar suerte y fuimos al Casino de Viña. Como buenos principiantes ganamos unas pocas lucas y como lo que fácil llega fácil se va, las gastamos antes de llegar a buscar el auto, en el San MArco. Pedimos un cupe de centolla y en verdad, amigos, YO LO HAGO MUCHO MÁS RICO. Al menos si lo come en mi casa, no vendrá medio congelado, como venían estos dos. Caro y Malo. Parece que lo bueno que tiene es que se encuentra el jet set añoso viñamarino.

Bueno chiquillos, al menos me desahogué, dentro de poco escribiré, lo juro por jehová, sobre el restaurant El Rincón de la Greda, que hacía tiempo quería conocer y que fue una grata experiencia para nuestro aniversario de matri. Volveremos? sépalo en la próxima entrada de Los Tenedoristas.



sábado, 17 de marzo de 2012

Gracias Santo Crepe, por favor concedido

"Cuando todo lo que puede salir mal, sale mal", esa fue nuestra semana pasada. Tanto así que, en medio del letargo propio de un sábado de marzo, le propuse a Sebastián que fuéramos al Casino, ya que francamente, peor no nos podía ir. Mis pronósticos fueron acertados y como la mala racha no podía ser total, nos ganamos unos piticlines en los inocentes tragamonedas. En palabras de mi señor esposo, se trataba de plata mal habida, por lo que constituía un deber ir rápidamente a mal gastarla, y ya que no nos dejaron entrar a Savigna, caminando hasta el auto nos encontramos con San Marco. Muy bonito, mucho glamour, pero no puede ser una buena señal que se demoren sólo 2 minutos en traer tu pedido. Mi lasaña de jaiva tenía con suerte un raspado de la pata más flaca, yo creo que fruto de los múltiples recalentamientos y los ñoquis al vodka de mi Seba si bien estaban bastante mejor, tampoco fueron inolvidables. Una creme brulee super pesada y nos fuimos. Por suerte,-textualmente-, era plata regalada.
Este sábado nos quedamos sin lugar donde hacer nuestro paracaidismo habitual ya que mis papás salieron de vacaciones. La idea original era almorzar un par de empanadas en Reñaca; luego evolucionó a una pizza en el Sirocco, pero ya al bajarnos del auto vi que mi Seba se estaba convirtiendo en Hulk por el hambre y entramos al lugar más cercano, que era la Sazón Peruana. Nos sentamos en la terraza y Hulk, totalmente poseído, reclama que no nos han visto y no nos van a atender. Me pongo de pie para avisar que existimos y Hulk reclama que por qué me paro. Le hago una seña a una garzona y Hulk refunfuña en algún idioma, que al menos nos traigan un pancito. Voy a avisar que existimos. Llega después de un rato alguien a atendernos, nos advierten que ya no queda del menú de la pizarra, pero eso ya es secundario. Pedimos desde ya las bebidas para adelantar...nunca traen el pancito. Sebastián con la cabeza a dos manos y el pelo parado. Después de 35 minutos sin que nos trajeran algo, viendo que mi marido realmente estaba sufriendo, le propongo que abandonemos el lugar. Creo que salió hasta una lágrima de sus ojitos. Plan B; caminamos media cuadra y vemos Santo Crepe; mesitas al aire libre, poca gente, pastito. Hulk reclama que ve pocas meseras, por lo que no nos van a atender, pero lo convenzo de sentarnos para que no se desmaye.
I. Appetizers y bebidas:
Nos sentamos en una mesita de madera con toldo, en el pastito. Nos atienden inmediatamente. Nos dejan los cubiertos envueltos en una servilleta de género. Traen coca cola en botella, la dejan servida, con hielo. Al fin traen pancito, baguette cortada, caliente y crujiente, con pebre. Muy rico. Sebastián deja de tener ese color verde.
II. Entradas:
Ya que en Sazón peruana tuvimos 35 minutos para mirar la carta, ya veníamos con la mente concentrada en un ceviche. Pedimos un ceviche dúo, que consistía en dos vasos anchos unidos por una lechuga hidropónica; uno de los vasos tenía un ceviche de camarón (buen camarón, cebolla morada, pimentón, jugo de limón) y el otro, ceviche de Pangasius (Pescado blanco muy suave, cebolla morada, pimentón, trocitos de palta y jugo de limón). Realmente exquisito y muy contundente.
III. Platos de Fondo:
Sebastián pide Parpadelle negro son salsa de puerros y camarones, imaginarán su felicidad cuando lo traen en un plato hondo, la pasta al dente, lo cual desde ya se agradece, y la salsa blanca con un toque de vino, espectacular. Un plato realmente increíble para el precio, ya que es uno de los más baratos de la carta. A mí me traen la especialidad de la casa: Crepe de jaiba, camarón y pulpo. Imaginaba un lulo como los del Gastby, pero no, era una suerte de lasaña de panqueque, con mucho relleno; jaiva desmenuzada, camarones enteros y pulpo en gruesas láminas, bañada en una muy suave salsa blanca. Para acompañar los platos nos ponen queso parmesano rallado. Queso parmesano rallado de verdad, no como en San Marco donde nos pusieron queso rallado de sobre. Nos reponen pan calentito y pebre. Qué plancha. Pero no fuimos nosotros, fue Hulk.
Terminamos realmente chatos, por lo que no pedimos postre. Además ya nos habíamos pasado del presupuesto inicial, "empanadas" y no sería plata regalada como la semana anterior!!!
Lo bueno: Los precios, la calidad, las mesas en el pastito.
Lo malo: Quizás quedar tan expuesto a la calle, aunque también hay mesas interiores.
SANTO CREPE
AV.CENTRAL ESQ SEGUNDA, Reñaca bajo.
Cuenta: $19.700.-
Calificación: Por supuesto volveremos!

domingo, 25 de septiembre de 2011

Almorzando con el Gigi

Textualmente voy pa' Quellón este lunes, en viaje de trabajo. Aprovechando entonces el mega-apagón del sábado, le hablé a mi Sr. esposo acerca de las marisquerías que me habían recomendado y la forma en que pensaba engullir un choro zapato, cuando a la luz de las velas pude advertir en su cara una expresión de desazón. Su angustia era tal que luego de un silencio, le propuse almorzar el domingo en Concón. Cuando queremos pastas con mariscos, vamos a Labutiq. Cuando queremos ir a la segura, vamos donde Don Chicho. Calypso no da el ancho y para qué halar de La Gatita y el misterio sin resolver de la gente que hace fila para esperar una mesa. Entonces decidimos ir a un lugar intrigante: EL RESTAURANT DEL GIGI. Ubicado en Higerillas, este lugar cuelga del cerro con un aire rústico. Subimos una pequeña escala y tuvimos esa suerte que pocas veces se da, de encontrar desocupada una mesa para dos justo en la terraza vista al mar. La terraza es al aire lire y de madera. Si los cables fueran soterrados, sería perfecto, pero bueno, estamos en Chile. Rápidamente notamos que todos los que atienden visten el mismo estilo, el estilo Gigi, por supuesto, quien cocina, atiende, saluda, da consejos, conversa y explica los platos a quienes lo quieran oír. Estilo relajado, familiar y medio hippie, pero a la vez muy eficiente. Vienen pronto a atendernos, ponen la mesa con velocidad del rayo. I. Entradas y Appetizers Traen panera con 3 pancitos redondos calientes, mantequilla y una suerte de salsa con sabor pebre con mariscos. Raro, rico, pero nada del otro mundo. Pedimos una coca cola, una Kunstmann Bock, y canapés del Gigi. Habían en 3 tamaños y el chico que nos atendió nos trajo el pequeño, ya que pretendíamos pedir plato de fondo. Eso fue un absoluto acierto: los canapés no eran precisamente canapés de matrimonio, sino casi tapas: en pan cortado en transversal, centolla, salmón, locos, ostiones, generalmente acompañado con alguna salsa que acentuaba el sabor de cada marisco. También calugas de pescado rebosado. Exquisito, y bastante abundante, pedir el grande de este plato debe ser suficiente para 2 en la noche, por ejemplo. II. Platos de Fondo La verdad es que pedir es bien difícil puesto que la carta es de lo más variopinta. Tanto que llama a la confusión. Los precios me espantaron un poco, pero en fin, como casi todo costaba igual, no era parámetro elegir por precio. Pido chupe especial y Sebastián Congrio frutto di mare con un toque de pasta, para lo cual elige ñoquis. Se demoran muy poco en traer los platos humeantes. Curiosamente ámbos platos traían una salsa de igual textura y color, pero de sabor eran totalmente diferentes. El plato de Sebastián tenía un exquisito sabor a queso parmesano y los ñoquis se derretían en la boca. Impresionante. Mi chupe (en paila de greda) era de lo mejor que he probado en chupes: muy suave, trozos de mariscos (loco, jaiva, camarón, machas, ostión) en una pasta de marisco desmenuzado. Jamás sentí sabor a pan, de hecho me pregunto si tendría pan o era sólo marisco. III. Postres Francamente no me cabía ni un granizado, pero Sebastián invitaba e insistió. No quería comer porque había quedado muerta con el chupe, que era bien pesado, y los postres no se leían refrescantes, sino por el contrario, eran pie, tartaletas o bizcochos acompañados con helado. Para no ser mala onda con el macho en su carácter de proveedor pido lo que parecía menos seco: medallón de piña acaramelada con frutas. Mi Seba, siempre fiel a su estilo, pide el postre que más parece diseñado para el infarto a los 40 años: bizcocho de chocolate con salsa de frutos secos. Su postre era un bizcocho bañado en una densa salsa de manjar y chocolate, bañada en granola. afortunadamente traía helado, para poder tragar mejor que en el desierto. Mi postre era una daja grande de piña acaramelada con trozos de diversas frutas encima, con una salsa de caramelo al damasco; parecía una piña "pasada" como sopaipilla. Super rico, pero era como una piña a lo pobre. Estoy segura que los postres que pedimos tenían más calorías que los platos de fondo... y los canapés. Si ud. espera un plato pequeño y refinado al son de Bach, este no es el lugar. Si ud. quiere comer rico, relajado, al aire libre, y sintiendo que es un restaurant atendido realmente por su dueño (la cocina es tipo americana y desde ahí Gigi se comunica con los meseros y también con los clientes, es muy gracioso) tiene que venir. Lo bueno: Aire lire, vista al mar, platos abundantes y ricos, rápida atención, ambiente familiar. Lo malo: Es un poco carito. No hay postres refrescantes. Hay que bajar al quisco más cercano y comprar agua mineral para no disecarse después de comer. Calificación: Volveremos. Cuenta: $33.000 Restaurant Del Gigi Av. Borgoño 21380, Concón

jueves, 17 de febrero de 2011

Tongoy a la Carta

Mientras todos salen de vacaciones, los tenedoristas se quedan trabajando, sudorosos entre escrituras, demandas y documentos varios, soportándolo todo con el fin de esperar su ansiada luna de miel en mayo. Afortunadamente, tanto esfuerzo dio frutos inesperados y mi jefe me regaló DOS días libres. Ante lo cual Sebastián tuvo que pedir DOS días de vacaciones, ipso facto.
Atendida la cantidad de días totales (jueves a domingo) me rebané el hipotálamo hasta que encontré un lugr bonito relativamente cerca: Playa Blanca, Tongoy. Obviamente cuando llamé 5 días antes de irnos estaba todo reservado, lo que nos llevó a Tongoy mismo.
Como a nuestros lectores no les interesa saber cómo luce mi Seba en zunga, iré directo al grano: DONDE COMER EN TONGOY.
Primera noche, recién llegados y dado que era "San Sebastián", invité yo y el festejado eligió "La Picá del Veguita", uno de los tantos restaurantes frente a la playa grande, cerca del muelle. Para que fuera más romántico, subimos al segundo piso, al aire libre y vista al mar. Pedimos para picar, y ya que esta es la "capital del Ostión", ostiones a la parmesana. Debo decir que lo que nos traen no es precisamente lo que pedimos: es un cuenco de greda con ostiones calientes en jugo, con queso rallado espolvoreado. Lo miramos feo. Lo probamos y uffffffff...........EXQUISITO. Los ostiones tiernos, el jugo delicioso...quién querría queso?. Como es costumbre cuando yo invito, Sebastián pide el plato más caro: "Chupín Veguita" y yo un "Jardín del Mar", en honor a nuestro barrio, que corresponden a lo que en la V región llamamos "Chupe de ostiones, locos y camarones" y un "Jardín de Mariscos", respectivamente. Lamentablemente el Chupín no era bueno. Parecía una crema, más que chupe, sin consistencia, con los mariscos en trozos. Además daba la impresión que tenía caldo de carne, u otro aliño que hacía desaparecer el sabor a marisco. Por mi parte el jardín muy bueno, hasta con un camarón de río. Tenía muchísimos piures, algo poco común en la V región, y tantos ostiones que, con lágrimas en los ojos tuve que dejar, para evitar alguna escena poco prudente para los demás comensales. Los precios medianos, no era caro, pero tampoco una picada.
El 2o. día lo pasamos en Playa Blanca, por lo que volvimos en la quiebra ($10.000 estacionamiento, $1000 un chocolito... y comprar amortiguadores nuevos...) y sólo nos animamos a unas empanadas, en el lugar más famoso "La Pink". Sí, el nombre es como "La calor", pero en fin. Nos atiende una garzona muy simpática que habla como rapera. Pedimos...obvio, empanada de ostiones y luego empanadas de locos. Es verdad que son buenas, pero francamente, para los que saben de lo que hablo, Emeterio en Concón sigue siendo inigualable en cuanto a empanadas.
Al día siguiente, al desayuno, vamos a visitar el mercado del muelle, donde las ostras y ostiones están vivas y textualmente "saltando" en unas piscinas-lavatorios. Uno pide el plato y las faenan ahí mismo. Te las comes ahí mismo. No digamos que la niña que las faena es distinta que la que te pasa el vuelto...pero en fin, hay que mentalizarse en rechazar los bichos. Y así me comí 6 ostras japonesas (gigantes, las del Jumbo parecen caracoles al lado de estas) con completa felicidad. Esto lo repetí once y desayuno los demás días. TAmbién probamos el ceviche (muy bueno) a luca y el mariscal al mismo precio (regular, de puras sobras...jajaja claro por ese precio esperaba caviar). Debemos dejar en claro que NO MORIMOS.
La noche del sábado, que sería nuestra última noche en Tongoy, después de jugar la lotería con maíz y subirnos a una cuncuna con dientes que oficiaba de montaña rusa (que claramente era apta sólo para niños, ya que a Sebastián no le cruzó el seguro...) fuimos a un lugar recomendado: el "Negro el Cero". Una verdadera picada. Entramos a un lugar (también de esos frente a la playa grande) que parecía fonda, pedimos machas a la parmesana. Nos sorprende que el precio no es de picada. Traen las machas que son 2 X 1 es decir, en cada concha de macha, vienen 2 y hasta 3 lenguas...........o sea, si era precio de picada. Luego pido un chupe de jaiva y Sebastián que es amante de lo light, pide un congrio frito con salsa margarita. Mi chupe estaba de pelos y Sebastián estaba con ojos largos cuando llegan 2 garzonas, una con un plato con 2 medallones de congrio frito, gigantes, y la otra con una paila de greda con salsa blanca con mariscos. Sus ojitos brillaron, hicimos un brindis por lo bien que lo estábamos pasando, y no le oí más la voz hasta que la paila y el plato quedaron vacíos.
Supondremos que estaba bueno. o no?
Tongoy en Enero
Lugares testeados "La picá del Veguita", "La Pink", "El negro el Cero" y un lugar en el centro con un pelado donde nos cobraron 5 lucas por dos empanadas malas y una coca cola, pero no recordamos el nombre (o no queremos recordarlo!).

domingo, 29 de agosto de 2010

Gracias, CARUSO

Hace un par de semanas con mi señor esposo, destinamos un día fomingo (para que no fuera tan fome...) a disfrutar de los primeros rayos más cálidos del año en un grato almuerzo. Nos dirigimos así con destino a ConCon, donde nuestro primer acto fallido fue no ir a Butiq, un restaurant pequeño y probadamente bueno de pastas y mariscos. Pensamos, una vez más erróneamente, que el lleno de un restaurant es indicador de su calidad (ya nos ensartamos una vez con La Gatita, pero somos porfiados), y esperamos mesa en El Emeterio, lugar de excelentes empanadas...y donde sólo volveré a comer empanadas, porque creo que han sido las 25 lucas peor gastadas (siempre después de Jaiba&Cordero) de nuestra existencia matrimonial. Tanto así, que ni aun pude animarme a hacer una referencia, porque de los platos que comimos, sólo recordamos su exhorbitante precio y tamaño, pero NADA sobre su nombre, ingredientes ni mucho menos, sabor.
El sábado, aunque Ud. no lo crea, Sebastián tuvo que ir a trabajar. Se vendió vilmente por unas pocas lucas y para evitar conflictos (es que es TAN bueno, el gordi), ofreciendose a trabajar solo para que ciertos españoles sigan siendo millonarios. Como esposa geisha que soy, le llevé almuerzo y lo acompañé toda la tarde mirando el mar. Pero en la noche cuando se dio cuenta que se había vendido como taxi boy primerizo, se levantó de su asiento cual macho cabrío y dijo "vamos a comer, gastémonos esta plata porque ya no la quiero, vamos a ese restaurant donde siempre has querido ir".
Llamé por teléfono y reservé una mesa en el gran CARUSO
Caruso es un restaurant de comida chilena ubicado en subida Cumming, en una casa antigua que se le ha dado una decoración estilo colonial, pero a la vez moderna. Es muy sencillo y pequeño, las mesas de madera brillan debajo de la linda combinación blanco/terracota de los manteles. En el centro hay una bosca, que entibia el ambiente porque como toda casa colonial, un podría c...se de frío.
En la entrada hay una especie de bar donde se encuentra uno de los meseros y nos pregunta si tenemos reserva. Nos indica nuestra mesa y de inmediato va otro mesero a dejarnos la carta.
I. Appetizers y bebidas:
Debo decir, que hasta la carta es sencilla y sobria. Impresiona un poco porque son pocos platos para elegir, pero recordamos los dichos de mi primo chef, que dice que sólo se puede confiar en un restaurant que ofrece pocos platos. Lo otro que impresiona es que los platos son descritos son extrema sencillez, nada de los típicos "filete en costra de sal del desierto y finas papas al romero en reducción de nosequé", que termina siendo carne con papas con romero espolvoreado.
Nos traen raudamente un pebre que estaba de pelos, mantequilla y para cada uno una mini marraqueta calentita y una mini sopaipilla. A mi Seba le brillaban los ojitos.
Yo pido una coca cola y Sebastián una cerveza Estrella Damm, Y una copa Santa Ema Cabernet Sauvignon (parece que quería olvidar su vejamen).
II. Entradas
Para picar, pedimos un tártaro de res. Al menos eso decía la carta, cuando nos traen un tártaro como si fuera un molde de arroz, de carne picada con mínimos trocitos de huevo duro, semillas de mostaza, ají verde, cilantro y limón, adornado con pancitos con vinagreta de albahaca y lechuga. Debo decir que esto, es lo más rico que he probado en mucho tiempo, y por un precio más que módico. Por favor, si va a Caruso, PIDA ESO!. Quedamos impactados y felices.
III. Plato de fondo
Creemos que acá lo que la debe llevar, es un pescado a la lata que ofrecen, pero el viernes había tenido una cena de la oficina donde comimos mucho pescado, así que no nos dio el cuero. Yo pudo un ceviche de mariscos y Sebastián un Lomo con papas cholas. Una vez más, el ceviche viene en un recipiente dentro de un plato que también lleva pan con la vinagreta de albahaca y una ensalada chilena, pero de tomates cherry. Y el ceviche más bien, diría yo que era un mariscal: camarones ecuatorianos, choritos, erizos, machas y pulpo, bajo cebolla morada, y aliñado con romero y quizás qué más, que lo hacía fancamente increíble. El lomo de Sebastián tenía el sabor rico del lomo, pero la textura suave de un filete, y venía acompañado por una suerte de pailita de cobre con papas cortadas en trozos, quizás con crema...bueno, no alcancé a verlas ni a probarlas porque fueron engullidas con rapidez y su comensal no supo decir qué tenían, pero sí dijo que eran "ricas!", también venía con una chilena al aceite de oliva, pero esta vez con tomate tradicional.
IV. Postres
Quedamos tan impresionados con la sorpresa que era cada plato, y atendido sus precios más que razonables en atención a la calidad, pedimos postre los dos. Yo pedí Arroz con leche y mi Seba Leche asada. Y bueno, ahí si que eran lo que decía la carta, ambos muy ricos, pero no impactantes! como el resto de la cena. De hecho a mí en el trabajo me dan una leche asada más ricca (señor repostero del concesionario del Soca, Ud. es mi pastor, nada me ha de faltar, la rica leche asada siempre he de recordar y mi alma reconforta!).
Lo bueno: La comida es memorable, los sabores se diluyen en la boca, es maravilloso. La atención un 7 y muy rápida.
Lo malo: Como es pequeño, el refrigerador está en el salón, por lo que a ratos se ve al chef paseándose hacia la cocina con los ingredientes que saca del refri. Es extraño, pero en verdad, a mi me da lo mismo. También quizás por su tamaño, no tenían 2 de los vinos que aparecian en la carta y que pedimos. Pero el que nos recomendaron al final era buenísimo.
Restaurant Caruso
Cumming, 201, Valparaiso
Cuenta: $26.000
Calificación: Volveremos sí, prometo llevar a mi papá a comer ese crudo!

jueves, 29 de julio de 2010

Pololeando en CARMENERE

En verdad, agradezco que Chile haya perdido con Brasil. No logro entender como lo hace la gente de aquellos países que avanzan de etapa para no perder su colon en el trayecto. Con Sebastián creo que no habríamos aguantado un partido más: esos días previos, las pesadillas la noche anterior y luego los 90 minutos de tortura. El partido con España nos causó una tensión tal, que aunque pensamos en salir a cenar para celebrar, en el trayecto decidimos mejor descansar, dormir bien, estirar los nervios y dejarlo para el sábado.
El sábado, después de ver todo el día FOX Sports, nos fuimos bañaditos y perfumaditos sin rumbo. Después de un rápido FODA, llegamos a SAMSARA. Estaba lleno, como siempre, pero la garzona nos dice que esperemos un poquito, ya que hay una mesa a punto de desocuparse. Para no parecer tan desesperados, salimos a tomar aire y esperamos en la esquina. Como TaxiSwingers. De pronto veo una pareja estilo Columbia estacionarse raudamente, bajarse casi corriendo y entrar a Samsara...corremos detrás, pero es demasiado tarde. Nos sonaron. Peleamos un rato echándonos la culpa recíprocamente mientras caminamos. Así fue como nos encontramos con una colorida pizarra con un menú tentador. En principio dudamos cómo es eso de un "menú del chef" como única opción?. Y entramos a ver.
CARMENERE es una casa antigua típica de Cerro Alegre, o mejor dicho, el linving de ella. Sólo hay 4 o 5 mesas y un garzón. En verdad, este restaurant se toma muy en serio el concepto "minimalista". Llega el garzón quien es un joven muy atento y que está muy bien instruido en su rol. Efectivamente hay un menú del chef como única opción, sin embargo, hay dos alternativas en cada plato. Humildemente pensando en nuestro público, pedimos un plato cada uno para conocer todas las opciones.
I. Appetizers y Bebidas
Pedimos nuestro menú y las bebidas: Coca cola, Kunstman Torobayo y una copa de vino. Todo bien servido, aunque se demoran un poquito. Estamos extrañados: no nos han traido pan, pero no importa, como el lugar es bien romántico, nos relajamos. Un buen rato después nos traen una cesta de triangulitos de masa y unos recipientes pequeños con una salsa que parece aceite de oliva tibio, pero sabe a pimentón (muy rico!!) y una especie de crema mayonesa/ajo/cilantro.
II. Entradas
En la pizarra se ofrecía lasaña de ostiones, pero nos indican que se acabó, por lo que mi Seba pide unos tortelini de pollo con salsa de pistachos y yo pido el tartaro de salmón a la naranja. Después de muuucho rato, vemos con ansiedad que llegan los platos de los que estaban antes que nosotros, asi que nos vamos preparando porque se ve prometedor...Los Toretellini eran una porción no tan pequeña en un plato de forma muy graciosa, y estaba muy suave, justo para ser un plato entrante. Mi Carpaccio una delicia: era raro, pero rico que los filetes de salmón estuvieran remojados en jugo de naranja, y el sabor tenía un detalle de suavidad increíble dado por pequeñísimos trozos de pera y de palta.
III. Platos de Fondo
Verdaderamente esperamos mucho rato por los platos de fondo, pero asumimos que andabamos de pololeo, entre el vinito, la buena música y la ambientación, más la rica entrada no se hizo tedioso. A Sebastián le traen su Róbalo grillado con papas camote crujiente en reducción de oxtail al carmenere, que era exactamente lo que su nombre indica. En Cuba descubrimos esto de las papas camote que es realmente exquisito. El pescado como todos los pescados y la reducción estaba buenísima. Aunque no soy fanática de la carne, pido Filete glaceado al ajo con gnoquis de calabaza en salsa roquefort. Aunque el plato se veía pequeño, el trozo de carne era muy alto y estaba en su punto preciso. El glaceado se me perdió, pero ciertamente lo había olvidado mientras untaba los gnoquis en la salsa. Sebastián prueba mi plato y opina que está mejor que el suyo. Me da pena así que le dejo un poco de carne para que no siga haciendo pucheros en frente de la gente (recordar que son solo 5 mesas...).
IV. Postres
Nos preguntan si vamos a querer postre. Sebastián duda que esté incluido en el menú porque lo encuentra muy barato y dice no gracias, Yo le insisto que sí es parte del menú y lo pido. Se adhiere con titubeos ( y miedo!!). Tras otro buen rato, traen los platos don los trozos delgados de algo que parece un queque con figuras geométricas en blanco y negro. Supuestamente era Torta de chocolate y coco, pero yo no sabría calificarlo; era uan suerte de bizcocho de chocolate por los bordes, relleno con helado de coco por dentro. De esta manera, al comer, se derretía el helado en la boca y quedaban el bizcocho con trocitos de coco. Experiencia grata al paladar.
Lo Bueno: Consideramos super buena la relación calidad-precio. El lugar el agradable, la comida rica y original. Sebastián se apura para decirme que lo mejor es que no dejaron entrar a cantar a la Tuna. No se si cuente, a mi me gusta la tuna. Creo que a él le perturba ver hombres con medias.
Lo Malo: El servicio es demasiaaaaaaaaaadddddddoooooooo leeeeeentoooooo. Es decir, hay que ir mentalizado en que se va relajado, a pololear, a conversar, porque de otra manera uno puede terminar tratando de comerse la mesa.
Restaurant Carmenere
Concepción 280 (Abtao c/Concepción)
Cerro Concepción, Valparaiso
Cuenta: $23.000 (El menú: entrada, plato fondo, postre= $9.500)
Calificación: Ciertamente volveremos, pero un día que tengamos harrrrrto tiempo.