martes, 27 de enero de 2009

Pasta e Vino. Casi obsesivo.

Cuando éramos pobres como ratas (mientras hacíamos la práctica) siempre dijimos que, con nuestro primer sueldo iríamos al Pasta e Vino. Toda la gente que ya recibía ingresos hablaba de lo maravilloso que era... y nosotros en la comida china. Pero como no hay plazo que no se cumpla, finalmente llegó el día en que pudimos asomarnos tímidamente por las puertas de vidrio de Pasta e Vino preguntando por una mesa. No sin miedo, ya que todo el mundo nos había advertido que era bastante caro y había que reservar con mucha anticipación. Ante eso, hicimos una parada previa en el cajero automático más cercano y enfilamos ansiosos, con la mirada llena de ilusión, casi como una postal navideña, pero también asustados por la posibilidad de quedarnos derechamente debajo de la mesa. Como es un clásico, llegamos a la hora del níspero; pero al fin llegó el día en que nuestra impuntalidad nos favoreció: habían mesas disponibles aunque no habíamos reservado. Desde la entrada en Pasta e Vino todo está perfectamente calculado; la luz, la temperatura ambiente, el estilo de los garzones, la recepcionista, el diseño interior y de los muebles. Todo es moderno, de líneas simples, pero elegante. Nos traen la carta y casi nos caímos de las sillas. ¿caro? Sí, puede ser, y sólo un poco, pero igual de caro que muchísimos restaurantes ochenta mil veces inferiores en calidad. No ochenta mil, diría ocho millones. Nos traen una sencilla carta con una pequeña cantidad de platos a alegir.
I. Appetizers, entradas y bebidas
Lo primero que pedimos, fue un carpaccio de camarones. Traen una cesta de diferentes tipos de masas, unos espirales entre pan y galleta para untar en una vinagreta que NUNCA hemos podido saber qué es. Es como aceite de oliva con aceto, pero con toques dulces. Sobre este aceite flota una flor. Rico para todos los sentidos. Las bebidas correctas en botella de vidrio a un precio decente. Un appetizer de bienvenida: una brocheta pequeña de tomate cherry con queso. Típica de matrimonios. La miramos a huevo y al comerla...plop! era agridulce!! maravillosa! Traen el carpaccio de camarones. No entendemos nada: Sobre un plato transparente están unas lenguas o filetes blancos. Resultan ser los camarones. Suaves en limón. Quizás demasiado suaves, pero muy rico.
II. Platos de fondo
Excelentemente bien servidos, sin demora en hermosos platos y mejores cubiertos. Debo advertir desde ya, que el momento en que traen el plato es uno de los más deliciosos, ya que el aroma que traen es in-cre-í-ble. Sebastián se arriesga con Ravioles de pato con salsa de Oporto: Este plato tiene un sabor fuertísimo, pero EXQUISITO (pucha, de recordarlo ya me dio hambre!). Es un sabor firme y bien definido, tan potente que definitivamente se constituye en un DEBER pedir al final un tecito para no despertar en medio de la noche emulando a Lawrence de Arabia. Yo pido Ravioles de zapallo con queso de cabra, tomate y albahaca. Este plato tiene un sabor aceitoso, donde lo levemente salado del queso y el tomate se une con el sabor levemente dulzón del zapallo. Algo que jamás podría repetir en mi humilde cocina. Quedamos hipnotizados. Y aún falta...
III. Postres
Sebastián se anota con una Panacotta con salsa de frutos rojos (ja, ahora ven por qué pedí lo que pedí en Genesia) y yo algo que se convirtió en mi postre favorito de todos los tiempos: Crocante de manzana con helado y caramelo. Amo la panacotta, pero según Sebastián, comió una mejor en El Alegretto. En una impecable presentación, la blanca panacotta estilo flan, bañada en salsa de frambuesa. Por mi parte, puedo decir que el crocante de manzana es una adicción, especialmente para aquellos que comíamos granola sola a cualquier hora: sobre una base de granola y manzanas asadas, helado de vainilla coronado por un lindo (y rico) adorno de caramelo seco. Extremadamente dulce, pero a la vez refrescante.
IV. Calificación Quedamos totalmente felices, al punto que estimamos necesario volver al menos una vez al mes. De hecho, dicen que la pequeña carta de platos va cambiando cada cierto tiempo. Desde que uno entra, Pasta e Vino es una experiencia de placer de sabores, olores, servicio. Todos los detalles aparecen cuidadosamente estudiados para que uno salga completamente feliz.
Y la cuenta? Totalmente acorde con lo que se entrega. Así no duele; casi da gusto! qué rico trabajar para poder darnos estos gustos!! (aunque francamente sería mejor ganarse el kino).
Pasta e Vino
Templeman 352, Valparaiso
Cuenta: $30.000
Nota: 6,8 (sólo porque aún no conozco todos los restaurantes)

domingo, 18 de enero de 2009

GENESIA, griegos en marcha blanca

Ya que estamos ahorrando para nuestras vacaciones, supuestamente nuestra visita al Stella Maris hace un par de semanas sería nuestra última salida a comer dispendiosa hasta marzo. Lo juramos por Jehová. Pero bueno, nos cayeron unas modestas monedas (que claramente debimos enviar a nuestro fondo para las vacaciones) impensadas y decidimos, una vez más, regalonearnos con una cena en Valparaíso.
Teníamos claro hace tiempo que nuestra próxima parada sería el restaurant LA CONCEPCIÓN. Nos acicalamos debidamente y tras llorar por un pedazo de calle donde estacionar entre los socavones de Templeman logramos entrar al mentado restaurant.
Estuvimos en él aproximadamente los 3 minutos que se demoró la recepcionista en comunicarnos que si no teníamos reserva, estábamos sonados. Y nos fuimos sonando hacia la calle.
Sábado 11 de la noche, de pie sobre los adoquines, pensando donde diantre dejar nuestro dinero a cambio de una rica experiencia culinaria. Caminamos de allá para acá, hasta que un acomodador de autos nos hizo ver que existia un restaurant nuevo de comida griega.
Comida griega....sonaba tentador... Y comenzó nuestra experiencia en GENESIA.
Genesia es el primer piso de una típica casa refaccionada del cerro Concepción, con vigas a la vista muy bien restacadas en un espacio tenuemente iluminado. Respecto a lo tenue de la iluminación no me referiré, ya que a mi no me gustó, pero a Sebastián sí: 0-0.
Nos sentamos en una mesa bastante sencilla, sin más pomposidad que las copas para vino. Como no conozco Grecia no sé si será la usanza allá, pero al menos yo eché de menos la servilleta de género.
I. Appetizers y bebidas: Traen surtido de pan: pequeñas hallullas, pan pita y rodajas de pan integral para picar las 2 salsas que consistían básicamente en un mezcla de aceite de oliva y merquén y salsa agria de pepino. Bien.
Todo iba bastante bien, hasta que sufrí la primera descompensación: otro restaurant más con la pésima costumbre de traer una lata a la mesa. Pero peor: esta era una lata de 200 cc, de $200 en el supermercado, sólo que acá costaba $1.200. Muy mal. Derechamente flaite.
Para agravar el cuadro, pedimos para picar un plato cuya descripción decía masa rellena con quesos griegos...y nos traen una suerte de chancho en piedra con aceitunas sobre una masa crujiente. Escarbamos entre el tomate buscando el queso, hasta que llega el mozo y nos dice que se equivocó de plato, pero que "de todas maneras esa es una excelente opción para picar". plop!!
II. Entrada y Plato de Fondo: El gran problema de este restaurant es que los mozos no se saben la carta. No importaría si no supieran explicar qué es un pollo con papas; el problema está en que uno pregunta qué trae una Thyropita o una Moussaka y tampoco saben. O peor, como nos pasó a nosotros, terminan trayendo otra cosa.
Finalmente logramos ponernos de acuerdo en qué platos de fondo pedir. Sebastián pide brochetas de filete y yo unos camarones al estilo de algún puerto griego.
Las brochetas de filete son abundantes entre cuadritos de carne en su punto y muy bien aliñados y pimentones asados. Estas brochetas están acompañadas además de arroz griego (creemos que al curry) y verduras salteadas. Nada que decir; la carne está perfectamente bien cocinada, con un excelente textura y sabor. Quizás el plato en sí un poco seco, pero bien. Muy bien.
El plato de camarones: Camarones gigantes, pelados, cocidos en su punto y en gran cantidad entre pimentones verdes y rojos salteados y la vedette de la noche: unas papas cocidas que parecían crutones. Pesado, pero exquisito. Todo esto sobre una masa crujiente igual que la del plato que nos trajeron por error. Muy rico.
III. Postres:
Esta es la mejor parte de Genesia. Sin ser una fanática de los postres, este fue lejos el punto más alto de la comida. Ya que la comida era un tanto pesada (y los 200cc de coca-cola obviamente no fueron suficientes), opté por un Cheesecake de Frutos Rojos: notable, tanto en su presentación como su sabor, una delicia.
Sebastián como todo gordo goloso, hizo caso omiso a su sed y pidió un Tiramisú griego. Aunque la carta dice que está hecho con mascarpone, lo cierto es que no es así, pero el postre estaba realmente rico. Claro que de vuelta casa casi se tira por la ventana del auto para comprar una coca cola en un servicentro (donde por lo demás, se encontró con Gisella Molinero, lo que supongo que agravó su sed).
IV. Otros
- Mal, muy mal: Ninguno de los platos que fuimos usando fueron retirados. Es decir, comimos mirando los cuescos de aceituna del chancho en piedra.
- Bien, muy bien: Por unos minutos, un trío musical interpreta música griega, muy simpáticos los chicos, y terminan con Zorba's dance, momento en que uno siente que hay que tirar los platos al techo y esas cosas. Excelente.
V. Calificación
Genesia hace pasar una noche de dulce y agraz. Debo decir que cuando después de traerme esa coca cola de juguete trajeron para picar el chancho en piedra que jamás pedimos (y $5.000 plop!), tuve que aguantar las ganas de salir corriendo. Estaba furiosa. Que el mozo no se sepa la carta dificulta bastante la elección del plato en un restaurant de esta naturaleza y que no retiren los platos sucios ni haya servilleta de género para de ser hippie a ser derechamente mal servicio. Sin embargo, si lo que ud. busca es simplemente comer rico y pasarlo bien, este es un excelente lugar, la comida es abudante y rica. Y los postres son aún mejores. Pensamos, y esperamos que sea así, que estas falencias se deban a que está en marcha blanca (aunque lo de la coca cola de juguete no tiene perdón!).
Quizás nos estamos poniendo demasiado maniáticos. Será porque vamos para solterones?
Singletons, suena mucho más bonito.
GENESIA, restaurant griego
Abtao 576 Cerro Concepción
Visita: Sábado 17 de enero
Cuenta: $30.000
Nota: 4,8