lunes, 23 de marzo de 2009

Escapada a Maitencillo:PUNTA MAI

El sábado pasado al fin no tuvimos un matrimonio, sino un cumpleaños de aquellos con asado all day y pernocte incluido en Quintero. Como imaginarán, atendido los efectos del "all day sucking", a las 11 de la noche ya no había títere con cabeza y para nuestra aflicción, había igual número de parejas etílicas como dormitorios. Fue entonces cuando Un amigo en tu Camino me poseyó y decidimos que los únicos aptos para manejar, y buscar otro lugar donde pernoctar, evitando así accidentes carreteros, éramos Los tenedoristas.
Esa fue la razón (una razón de bien social, como ven) para llegar a Maitencillo.
Digamos que Sebastián no amaneció precisamente lleno de bríos y proactivo como para ir a comprar mariscos a la caleta. Diría que tipo 16 hrs, después de dormir como bulto en la playa, se despaviló, dándome una idea novedosa: probar algún restaurant de la zona.
Estábamos en Aguas Blancas, que es escencialmente residencial, por lo que tomamos el Pia Sport y buscamos algún lugar cercano.
Nuestra primera parada fue en El Unicornio. Nos gustó su terracita frente a la playa y lo vimos acogedor. Nos sentamos y acto seguido llegó el mozo para advertirnos que, atendido que eran las 17 hrs, la cocina estaba siendo lavada, por lo que no atenderían hasta 45 min. más.
Ciertamente en el asado del día anterior habíamos comido varios kilos de brochetas, pero ya después de 12 horas en ayuno no pareció soportable esperar 45 min para recién hacer el pedido. Dimos las gracias y dijimos adiós, para refugiarnos en el restaurant del lado: PUNTA MAI.
Punta Mai es un restaurant esencialmente bonito, tiene un aspecto mediterráneo ya que todo parece brillar de blancura. Como si no estuviéramos frente al Abanico sino frente a alguna playa en Grecia. Pensamos también, que los precios serían en euro$.
Buscamos una mesa vista al mar en el primer piso, donde fuimos atendidos por un mozo un tanto malhumorado (bueno, domungo....17 hrs....lo perdono) en medio de grupos de modelos (o nosotros somos muy feos?). Una carta muy bonita y ciudada, en español e inglés.
I. Appetizers y bebidas:
No hay appetizers; traen esferas de mantequilla y pebre. Nada del otro mundo, y una canasta de pan redondo común y corriente. Correctas bebidas en botella de 350cc servidas a la mesa.
II. Entradas y Platos de Fondo:
Lo cierto es que ambos sólo queríamos unas machas a la parmesana. Pero también sabíamos que quedaríamos con hambre, ya que suelen darte una docena que dura 5 minutos. Entonces pedimos un plato de Machas gratinadas (traducción= machas a la parmesana) y Camarones en su propio jugo.
Lo primero que nos sorprendió fue la rapidez del servicio, creo que no alcanzamos a pelar ni a dos personas cuando ambos platos ya estaban en la mesa: Las machas, en algo así como un mar de queso, servidas dentro de una fuentecita de greda, y los camarones en la misma fuentecita de greda, en gran cantidad y tan sólo, como decía la carta, con su jugo. Harto jugo.
Sobre ambos platos tenemos opiniones cruzadas:
- Sebastián opina que las machas estaban espectaculares, por la misma razón que a mí no me gustaron tanto: creo que era exceso de queso y exceso de vino blanco. Tenían un sabor muy fuerte a vino blanco y en verdad eran un verdadero trozo de queso derretido. Yo prefiero las machas con más sabor a macha, sin tanto rococó, pero Sebastián quedo fascinado.
- Sebastián opina que mis camarones estaban fomes, pero a mí me gustaron por esa misma razón: con su propio jugo y aliñados con un chorrito más de jugo de limón, quedaron perfectos para mí. Sentí como si estuviera comiendo algo sano!.
En lo único que coincidimos es que ambos platos eran bastante contundentes para ser típicas entradas: la gran cantidad de queso de las machas a la parmesana hacía que comerselas todas fuera un absoluto acto de glotonería. Yo comí 4 sólo para evitar que el Seba muriera de un infarto a la noche, porque seriamente, el queso era demasiado. A la vez, mis camarones eran una cantidad suficiente como para no pedir plato de fondo.
III. Postres
Cuando terminamos de comer y pelar, ya era tea time, en consecuencia estábamos obligados a pedir postre. No nos mostraron la carta; el mozo parecía saberse todos los postres. Eso no me gustó porque en materia de postres, me gusta pedir cosas siempre nuevas o raras.
Mi amigo pidió un suspiro Limeño y yo un Celestino. El suspiro Limeño estaba bueno, servido en copa, rico, pero un poco congelado. Lo que obviamente dejó entrever que no se trataba de un postre fresco. O que al menos lo pareciera!. El celestino consistía en dos panqueques muy finos rellenos con manjar blanco y una bola e helado de vainilla al lado. Debo reconocer que la textura de estos panqueques estaba ideal, muy delgada, ya que tomando en cuenta la cantidad de manjar que los rellenaba, habría sido imposible comerse todo si hubiese sido más gruesa. El helado un helado de vainilla común y corriente. Todo servido en un lindo plato alargado.
IV. Otros
Mmm..no hay otros.
Lo Bueno:El lugar es muy bonito, está estratégicamente ubicado en una punta frente a la playa; con mucha tranquilidad y sol. Además es lo suficientemente grande y las mesas no están pegadas una con la otra. La comida es contundente y cumple.
Lo Malo: No es tan caro, no es tan rico, no es tan fresco, no es tan divertido. Es un restaurant bonito, para pasar un momento agradable comiendo algo rico, pero nada que te deje un recuerdo o que te invite a volver más allá que por el solo hecho de estar en un lugar bonito y tranquilo (y TOP, por cierto).
Restaurant PUNTA MAI
Av. Del Mar 1366
Maintencillo
Cuenta: $17.500
Nota: Puede que volvamos.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Rio de Janeiro, el postre final

El día que llegamos a Río de Janeiro, hacía un calor tal que nuestra hambre se esfumó, y después de caminar desesperados como en el ochentero aviso de "Blakie" por Copacabana y sus 40ºC sólo fuimos capaces de sentarnos a tomar una coca cola con limón EXTREMADAMENTE HELADA (nótese el detalle: Sebastián con polera negra plop!). Caminamos en una actividad totalmente kamikaze hasta Leblon, donde escogimos (con muy mal ojo) un restaurant para comer una vulgar ensalada que nos costó un ojo de la face y nos atendieron muy mal.
El día siguiente teníamos contratado un "tour full day" que incluía un almuerzo en un rodizio del centro de Río. Ya a esas alturas el buffet no parecía algo especial, los mismos kilos de palmitos, sushis, pescados, etc. Lo interesante en particular fueron unas costillitas que nos sirvieron, también al estilo rodizio, y haber conocido una pareja de Manaus, quienes nos ilustraron que monos y yacarés estaban dentro de su menú.
Ya cuando estábamos en el Corcovado comenzó una tormenta de dimensiones interestelares que no sólo nos impidió verle las patas al famoso Cristo, sino además frustró parcialmente nuestra intención de comer pastas cariocas, albergándonos en el restaurant del hotel donde pedimos (y nos trajeron) unos vulgares fideos con salsa.
Nuestro penúltimo día en Río sería día de tour por las paradisíacas islas tropicales...donde lo más tropical fue la música, porque llovía y hacía un frío tal, que tuve una deja vu de las Torres del Paine. Bueno, lo importante es que paramos en una islita con un papagayo amaestrado a comer un rústico tenedor libre, donde lo mejor fue la feijoada y un postre que era para comérselo completo: un budín de piña con leche de coco. Suave, cremoso, realmente delicioso.
Al respecto invito a nuestros lectores a zanjar la siguiente discusión: Según Sebastián, la feijoada trae porotos negros calientes, carne y otros aderezos. Según yo la feijoada trae porotos negros calientes y otros aderezos. En resumen la pregunta es: la feijoada original trae carne o no?? llame ya, las líneas de los comment están abiertas!!.
Aquella noche decidimos comer en alguno de los restaurants al aire libre que hay en la Av. Atlántico, frente a la playa. Entre señores de 70 años entrando agazapados y velozmente a taxis con sus nietas vestidas con ropa muy muy ligera y ceñida, y con la música de un partido de fútbol local de fondo, pedimos una exquisitez que aún siento en mi paladar: crema de palmitos. La pedimos para compartir los 2, y en realidad fue una decisión acertada ya que el bol donde venía era gigante. Qué sopa más maravillosa, una verdadera crema suave y con la acidez propia del palmito cocido, con trocitos de palmito, con queso derretido confundiéndose con la crema. De plato de fondo, tuvimos la agudeza mental de consultarle al mozo (atendido los precios exhorbitantes) si la muqueca de peixe con salsa de camarones alcanzaba para dos. Pero era para mínimo 2. Traen entonces una fuente de greda que ocupaba la mitad de la mesa con cuatro trozos de pescado cocido en medio de una salsa de camarones, cebolla, tomates, pimentón y leche de coco (my god, esa leche de coco deja rica cualquier cosa!) bien espeso. Luego otras dos fuentes de greda: el pirao, que es una suerte de salsa con pescado molido y que tiene como sabor a cereal, muy rico pero fuerte y pesado, y otra de farofa (harina de mandioca). En realidad la farofa no tiene brillo alguno, pero a Sebastián le encantó porque por supuesto, es algo que engruesa el plato e imagino que también a quien la come. Nos sentimos muy turistas con todo este platerío sobre la mesa, es como si alguien pidiera un caldillo de congrio para aliñar un chupe de locos. Por esta razón y aún con el dolor de nuestra alma (y de nuestro bolsillo) no pudimos engullir todo lo ofrecido.
¿Les pasa cuando tienen que hacer algo desgradable, pero ineludible, que justo "se quedan dormidos"?. Claro, obvio, quién diantre quiere despertar el día que se acaban las vacaciones!!!. El último día nos quedamos dormidos y se nos pasó la hora del desayuno (el desayuno en Río incluía vienesas picadas, albóndigas, kubbe, panes de queso con queso, etc...super light...ya imaginan quién probó todas esas cosas...) en el hotel.
Y nos vimos obligados a desayunar afuera, en lo que fuera quizás la mejor experiencia culinaria de Rio: CAFEÍNA DELICATESSEN.
Cafeína es un café que está en cuatro puntos de Rio de Janeiro: dos en Copacabana, uno en Ipanema y otro en Leblon. Nuestra visita fue al de Calle Constante Ramos, en Copa. Entramos ahí animados por las niñas que atendían, porque portaban cintillos de cotillón con antenitas de colores, preparando el ánimo carnavalero. Luego empezamos a ver las cestas de panes y cositas que se veían muy ricas. Atendidas por una niña con una suerte de palm, nos ponen un individual de papel impreso con poemas de niños de un proyecto al que ayuda esta cadena de cafés. Sebastián pidió un sandwish "MIX", de queso gauda, jamón, hojas verdes y tomate en croissant, crujiente y fresco, y yo pedí..."brownie con sorvete". Lo primero que pensé cuando vi el plato es que era lindo, pero demasiado caro para un queque con una bola de helado...hasta que veo de cerca sus almendras laminadas y parto con el tenedor el casi negro brownie, y salió desde su interior una espesa salsa de chocolate semi amargo. Este brownie relleno, con su sorpresa, belleza, suavidad y dulzura quedó en el top five de los postres ricos que he comido en mi vida. Y mezclado con la bola de helado almendrado que estaba al lado....ya imaginan.
Caminamos hacia la playa, tomamos un par de jugos de maracujá y un coco gelado, escuchamos a un grupo de samba y nos despedimos de nuestras vacaciones y sus experiencias culinarias en Río.
No sé por qué no lloré. Debí llorar a mares!!

miércoles, 4 de marzo de 2009

BUZIOS A LA CARTA II

Vemos que nuestros lectores son también viajeros. Muy bien, podríamos organizar algún día un "tour gourmet"!!!
Siguiendo con el especial de comida carioca, llegó el día más fatal para quien escribe: último día en Buzios. Después de haber caminado y nadado por medio Buzios, decidimos aquel día descansar, quedándonos todo el día en la playa...y comiendo todo lo que nos ofrecieran en ella ambulantemente.
Primer acto: Pasa un vendedor de brochetas de camarones: habíamos oído todas las historias de la cripta sobre estas brochetas, que por el calor deben ser consumidas antes de las 12 del día. Como eran las 10, tuvimos tiempo para comer varias. Ya he señalado que los camarones acá son diferentes. Incluso diferentes a los de la zona sur de Brasil. Estas brochetas ($800 aprox) contienen una hilera de camarones de aquellos con patitas (pero sin cabeza) bastante salados y aliñados con ese exquisito limón estilo pica. El sabor es fuerte, un poco salado para mi gusto, pero muy sabroso. En todo caso, ese limón arregla cualquier cosa.
Segundo Acto: Pasa un vendedor de castañas de Cajú. Casi enloquecemos; somos fanáticos de los pistachos, almendras, nueces, avellanas y sobre todo yo de los maníes!!. A lo carioca, el tipo con su simpatía y rápido hablar nos embauca con medio kilo de castañas. Qué les puedo decir: NO ES SALUDABLE COMER MEDIO KILO DE CASTAÑAS DE CAJÚ, HACE MAL!. Sebastián se fue a bañar y yo me las tuve que comer. Acto fallido. Pero bueno, eran una tremendas castañas de cajú, ricas, lamentablemente un poco tibias por el sol, pero uf...no pude evitarlo.
Tercer Acto: Sebastián se repite lo que más le gustó de las playas: el queijo quente. Esto es un señor que pasa con un carrito dejando un olor demasiado rico a queso derretido y orégano. Mi compañero camina como hipnotizado hacia el carrito y pide una brocheta de queso, que consiste en un trozo, más bien un paralelepípedo de queso que se pone en una parrilla a presión, quedando medio derretido, medio quemado, con el orégano medio asado. Es cierto que es muy rico, pero es bastante pesado; sobre todo tomando en cuenta el calor...claro las castañas dirán uds. serían más livianitas...
Cuarto Acto: Nuevamente a mi compañero (por favor, me refero a compañero de viaje, aquí no se habla de política) se le ponen los ojos brillositos. Al fin podrá cumplir su sueño y comprar las famosas "tortas praianas". Esto por fuera parece un vulgar queque de aquellos que venden en los quiscos de los colegios, pero no...son como unos pancitos con relleno MUY RICOS, rellenos con pollo, rellenos con camarón, rellenos con queso. Pedimos rellenos con pollo y pimentón. MMmm...
Quinto Acto: Veo pasar por 9a vez en el día alcarrito del "rey del Milho verde". Acudo a él. Este carrito tiene una olla gigante llena de choclos cocidos, aún flotando en el agua hervida. Ud. elige su propio choclo. Luego, lo ponen en unas hojas de choclo como si fuera una servilleta y el choclo un hot dog y finalmente le preguntan a ud, con qué quiere aliñarlo: sal y/o mantequilla. Lo embrochetan, le pasan la margarina con un pincel y luego giran el choclo sobre la hoja, Un arte. Y bueno, es un simple choclo con mantequilla.
Ahora se preguntarán cómo se llamaba la película?? Bueno: por la noche salimos a conocer el muy famoso CHEZ MICHOU, del cual todos tanto hablaban...y algo me sucedía que no soportaba los muchos olores diferentes que salen de los cientos de restaurantes en la Rua das Pedras...y la película se llamaba: INTOXICACIÓN POR EXCESO DE CASTAÑAS DE CAJÚ.
Pero estimados lectores, somos profesionales: creen que no fuimos a Chez Michou?. Fuimos igual!
Chez Michou es un local sobre todo "ondero", grande, al aire libre, con una suerte de barra donde hacer los pedidos y comer también. La carta consiste en panqueques dulces y salados. Como siempre, no muy económicos. Lo divertido es que hay mucha bulla, una pantalla gigante, y al hacer tu pedido anotan tu nombre. Luego de un rato llaman por un megáfono: "Doin Shebashtian" para retirar tu pedido y llevarlo a tu mesa.
Pese a mi enfermedad y sus consecuencias, pedí algo liviano: un panqueque relleno con frutillas con salsa de chocolate. Un panqueque gigante como doblado en 4, como una servilleta. Dentro del cual se encontraban unas deliciosas frutillas con almíbar. Muy dulces, muy rojas, muy ricas, todo bajo una oscura y espesa salsa de chocolate. Era notable, pero de más está explicar que no pude disfrutarlo mucho. Sebastián pidió primero un panqueque relleno con queso (obvio, casi se convierte allá en Don Queijo) jamón, palmitos y luego, para sorpresa de todos pidió además un panqueque de dulce de leche con marshmellow, que venía derretido sobre el panqueque, como una salsa. Comenta el tenedorista en cuestión, que el panqueque salado estaba de pelos, ciertamente los palmitos cocidos tienen un sabor muy rico y dan un jugo con un sabor muy especial, pero el panqueque dulce quedó al debe, ya que siendo sinceros esperábamos un marshmellow clásico y no derretido, lo que le hizo perder un poco de sabor.
Chez Michou es un lugar imperdible, es entretenido por sobre todo, puedes ver a los cocineros haciendo tus panqueques, luego te llaman por megáfono, el lugar tiene mucha onda y los panqueques son muy ricos y muy contundentes, pero tampoco son lo más exquisito. Son buenos, es cierto. Pero les diré que en Río de Janeiro tuvimos una experiencia mucho más dulce...que quedará para el próximo capítulo!!!